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Mostrando entradas de febrero, 2021

Vacaciones para siempre

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Las vacaciones pasadas vivimos una temporada larga sobre la costa, muy cerca del fato de La Paloma. Las noches eran pesadas y solíamos bajar a la playa a mojar los pies. Una noche de ellas, penscando a la encadilada, la luna era llena, mi mujer tropezó con una roca y cayó al mar embravecido. Llevaba nuestro hijo en sus brazos. Al niño se lo tragó el mar. Pasamos horas, días, semenas, buscando a nuestro crío pero no hubo manera que el mar nos devolviera al niño. Desde entonces mi mujer todos los días baja al mar, tensa la red y espera pescar. Yo la dejé pasado el otoño. Vengo caminando al sur, mis pies sangran, pronto llegaré a la nieve y podré descansar. 

Mientras duerme

Todos ríen. El pasto es verde, las vacas pastan a los lejos y la casa es blanca. Un grupo de personas alrededor de la mesa comparten el almuerzo. Los niños corren tras la pelota. Las niñas sentadas a la sombra peinan muñecas. Todos ríen. Del otro lado del monitor, una mujer de mediana edad y casi poeta, intenta detener el tiempo. Las noticias han sido buenas. Vale la pena que este día azul de finales de verano, quede petrificado en la memoria. Desde aquí puedo sentir como duerme mi madre. Ha pasado la mañana en los quehaceres de la casa para que ella respire un aire limpio, liviano y sano. Parece que los trabajos no fueron en vano porque descansa sin sobresaltos. Todavía quedan promesas por cumplir. En el aire hay un susurro que alienta la vida y sostiene la esperanza, son las risas de aquellos. ¿Tú lo puedes sentir?     

Ilusión

Estás frías nubes que pasan por encima del pueblo, son reflejos de aquellas que nacieron en el Polo Sur. Voy camino a Usuhaia. He dejado mi casa de Buenos Aires para bajar. Desde hace un tiempo, cuando conocí a los tupi guaraníes, se me puso en la cabeza la misma idea que ellos tenían: el paraíso queda en el sur. Estoy haciendo acopio en Mendoza. Bajaré por el camino de la cordilla, como bordeando la espinal dorsal del continente. Me guiará la Cruz del Sur. No voy hacer nada que nadie haya hecho antes por eso lo recuerdo ahora.

Los teros

Lo vuelvo a intentar. Aquí mismo vamos a detener el tiempo. Para eso voy a tomar cada palabra que dije desde la mañana a la noche para hacerla espuma y dejarla ir. Hoy es un día para olvidar si no fuera porque al amanecer, un millón de teros furiosos cantaron en mi ventana. No sé si estaban en mi jardín o en el de mi vecino, pero sonaron tan cerca que puedo asegurar que volaron por mi techo y pasaron muy cerca de mí. Por ahí dicen que cuando los teros cantan, piden agua. Lo cierto es que momento después se largó la lluvia. Permanecí en la cama hasta que el olor a pan caliente de la panadería me sacó de allí. Siempre duermo más de día que de noche pero aun así me despierto para desayunar pan con manteca. Los teros piden más agua. La calle estaba vacía y no hubo motor que los detuviera cantar. Agua y más agua. Entonces entendí que no había otra manera que detener el tiempo. Dejar lo que los teros pidan agua. Impedir por todas las formas que salga el sol, quizá taparlo con un dedo, hablar...

La memoria de los días

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Quisiera escribir las memorias de estos días. Quiero que no se escape detalle ni esperanza. El afán es exquisito. Pretendo recordar lo que todavía no he vivido. Quisiera recordar aquí la luz de esta tarde de verano, en particular cuando sus rayos atravesaron el árbol de puntas rojas que tiene mi madre en el jardín. Tuve la suerte de tener mi cámara a mano y grabar el momento. Pero ya todos sabemos que no es lo mismo. No puedes oler ni sentir el agua de la manguera regar la tierra. Aun así hay manera de acercarse a través de la palabra. La hora no importa. Ni los días. Ni los años. Pretendo escribir lo todavía no escrito. Por la calle de casa bajan las estrellas si miras al cielo. Tan simple con alzar tu cuello. Pero nunca lo haces. Lo haces por última vez. Recuerdas cuándo bajaste de Machu Pichu en un camión de golosinas un domingo por la noche? Ibas parada sostenida por el techo del camión por donde se veía el cielo limpio, largo y eterno. Recuerdas qué sentiste? Sentiste la posibilid...